
En la segunda mitad del siglo XVI, la aplicación de los principios de la Contrarreforma se corresponde con el auge de la literatura espiritual. Esta lírica aborda dos caminos espirituales: la ascética que busca la perfección mediante la purificación y expresa el proceso que lleva a la unión del alma con Dios; y la mística, en la que se produce la unión plena con la divinidad.
Los poetas más representativos de esta corriente son Fray Luis de León (152?-1591) y San Juan de la Cruz (1542-1591).
La poesía barroca siguió cultivando los temas de la poesía anterior (el amor, relacionado con la naturaleza y la mitología), con intensificación de los recursos expresivos y algunas innovaciones, aunque predominan los textos que expresan la idea de desengaño y la conciencia de crisis de la época. El rasgo más general es, sin embargo, la diversidad de temas, de motivos y de enfoques, en relación con la visión del mundo de este periodo.
• Poesía amorosa. Continúa la idea del amor renacentista: la expresión dolorida del yo poético por un amor frustrado, con la pervivencia de la descripción física de la amada.
• Poesía filosófica y moral. Marcada por el pesimismo, predominan el desengaño, el contraste entre realidad y apariencia, la fugacidad de la vida, la conciencia de la muerte.
• Poesía religiosa. Predomina la poesía celebrativa, aunque también destacan la reflexión espiritual y el arrepentimiento.
• Poesía burlesca. Abunda la poesía de carácter paródico y humorístico, incluso la burla y el ataque personal.
Los poetas más representativos de este siglo son: Luis de Góngora y Argote (1561-1627), Lope de Vega (1562-1635) y Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645).
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